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¿Un diamante es para siempre?

Si hablamos de una forma estrictamente científica y en números objetivos, no: la conocida frase o eslogan "un diamante es para siempre" es falsa; un diamante NO es para siempre. Es más, se transforma.

Vamos a explicarnos para remitir la desconfianza y sospecha del lector. Empecemos por exponer que la forma alotrópica (alotropía: propiedad de unos determinados elementos químicos de representarse con diferentes formas o estructuras moleculares) del diamante y del grafito, aunque entre ellos sean completamente disparejos en su apariencia, son, realmente, formas diferentes o alotrópicas del mismo elemento: el carbono.

La forma más estable del carbono en condiciones atmosféricas normales en nuestro planeta es el grafito, y no el diamante. Manteniendo esas condiciones atmosféricas, un diamante se irá transformando paulatinamente en grafito.

Sin embargo, hablando en términos de tiempo en escala humana, esta transformación es tan sumamente lenta que no es posible ni detectarla, ni mesurarla, por lo que, en números relativos o de escala humana, un diamante SÍ es para siempre.