Sobre la historia, significado y orígenes de las alianzas de boda -o anillos de matrimonio- existen infinidad de supuestos y especulaciones, pero pocas tradiciones se conservan y se generalizan tanto como el intercambio de los anillos de matrimonio o las alianzas de boda; de aquí viene el origen de “alianza de boda”: aliarse a alguien de por vida.
Se desconoce con exactitud en qué momento de la Historia se inicia este rito, pero lo cierto es que no es su arraigo tradicional lo más valioso, sino lo que realmente representa o simboliza en una unión de pareja. Los anillos de boda o de matrimonio no son un artículo vital ni necesario para poder desarrollar la vida en pareja, pero a su intercambio ceremonial sí se le atribuye un alto valor simbólico y, prueba de ello, es su utilización en la casi totalidad de los enlaces. Quizás sea que el portador del anillo, al tiempo que cambia de forma de vida (me refiero al cambio de su estado civil), adquiere con el mismo una serie de compromisos y responsabilidades que, bien es cierto, puede también cumplir sin él. Pero creo que es la voluntad de exhibir el anillo de boda en su dedo anular lo que denota un compromiso de fidelidad aceptado libremente; una alianza de boda es un símbolo que, por nuestra propia decisión, nos compromete al esfuerzo de poner todos los medios a nuestro alcance para mantener la fidelidad con nuestra pareja, día tras día. Pocas tradiciones se conservan tan intactas como la de los anillos de matrimonio.
Respecto a los orígenes de los anillos de boda, existen dos corrientes, o dos teorías. La primera de ellas es que las alianzas de matrimonio simbolizan los grilletes o argollas que utilizaban los antiguos bárbaros para capturar a las mujeres de otros pueblos con la finalidad de convertirlas en sus esposas. En la actualidad, como se trata de un intercambio de anillos, el ritual no daría lugar a expresar la diferencia o desigualdad entre sexos que sí representaban los grilletes antiguamente.
La segunda teoría y la que nosotros apoyamos, porque creemos más real y porque sí se dispone de datos sobre la misma y, por tanto, no es una hipótesis como la anterior, es que los primeros anillos de boda se intercambiaron en un enlace de pareja, simbolizando en los anillos de boda el propio enlace de los protagonistas. Probablemente, en los orígenes de esta tradición, en sus inicios paganos, se daría un componente o connotación sexual; la propia acción no deja de representar una penetración: el dedo es el símbolo fálico masculino y el anillo representa el símbolo sexual femenino; al introducir el anillo en el dedo, se personifica -en toda regla- una penetración.
Una de las prácticas más antiguas de las que tenemos constancia sobre la utilización de alianzas de boda está datada en la época de los faraones, en el Antiguo Egipto. Aunque posiblemente esta práctica fuera anterior, se tienen datos de este ritual a partir del año 2700 a.C., durante la III dinastía de la Época Antigua. Los enlaces entre los matrimonios egipcios se sellaban regalando unos anillos que, por su forma circular, personificaban la eternidad, el infinito; una línea sin fin del amor que se habían jurado o prometido. Los anillos solían ser de tela, pero también se realizaban con otros materiales, incluso metálicos. Si se pertenecía una escala social alta, se fabricaban en oro. Los matrimonios egipcios, cada año, hacían renovación de su promesa de amor y renovaban los anillos por otros nuevos.
Aproximadamente en el 1500 a.C., los hebreos también llevaban a cabo la práctica del intercambio de alianzas de boda, con la diferencia de que los anillos se introducían en el dedo índice. Se cree que poco más o menos en la misma época, en la India, la práctica del intercambio de anillos de boda era la misma: ejercían el mismo simbolismo, pero los anillos se portaban en el dedo pulgar.
En el período Ptolemaico, se habría adoptado y adaptado este ritual egipcio, y, a su vez, se habría extendido por todos los territorios helenizados. Es más que probable que fueran los griegos quienes arraigaran la costumbre de portar el anillo en el dedo anular debido a su clasificación anatómica, ya que ellos pensaban que por este dedo corría una vena que comunicaba directamente con el corazón –con lo que el simbolismo de amor eterno era aún mayor- y a esta vena se la denominaba “La Vena del Amor”. El compromiso de amor y lealtad existía mientras que el corazón del portador latiera, lo que significa “hasta la muerte” (los cristianos acogimos este simbolismo: “hasta que la muerte os separe”). Otra innovación que debemos atribuir a los griegos es la de las inscripciones interiores de los anillos de boda, simbolizando aún más la unión con las iniciales -o el nombre de la persona con la que se contraía la unión- y la fecha de celebración del rito.
Posteriormente, los romanos acabaron adoptando esta tradición conservando el significado que tenía para los griegos, ya que compartían los principios y tratados anatómicos de éstos. Posiblemente, y simbolizando la dureza y durabilidad de este material y evocando al dios Saturno, en la mayoría de los casos se realizaban con hierro. Cuando se abrazó la religión cristiana desde Roma y para todo el Imperio, se volvió a adoptar el rito -no lo olvidemos: de orígenes paganos-, pero reconduciéndolo al método Trinitario de los cristianos, que consistía en introducir el anillo en el dedo pulgar; después, en el dedo índice; posteriormente, se introducía en el dedo corazón, para acabar introduciéndolo y dejándolo en el dedo anular. Cuando se introducía en el dedo pulgar se decía “en el nombre del Padre”, pasando al dedo índice para decir “del Hijo”, pasando al dedo corazón para decir “y del espíritu Santo”, y finalizando en el dedo anular diciendo “Amén”. De ahí, la denominación de método Trinitario o de la Santísima Trinidad. Hay que tener en cuenta que la cultura romana fue la plataforma donde se desarrolló la religión cristiana. Es normal que, con el transcurrir de los años, los cristianos acabaran adoptándolo (a pesar de su origen pagano) y haciendo uso del rito de las alianzas de boda para convertirlo finalmente en propio. Eso sí, tardó varios siglos en ser aceptado y en convertirse en un rito religioso del catolicismo.
La posterior fabricación en oro fue motivada por la Iglesia Católica: fabricar los anillos de boda en oro encarece el producto, por lo que su adquisición requería de un esfuerzo económico superior a otro material. Con esto, la Iglesia Católica quería dar más valor y aumentar, así, el simbolismo de la misma. Además, no cada día nos casamos; es, por tanto, una manera de realzar el valor del matrimonio.