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DIAMANTES NEGROS

Realmente, podemos decir y confirmar que los diamantes negros son una excepción -o una rareza- en nuestro planeta y un rompecabezas para la ciencia.  Los diamantes negros son una anomalía y una incoherencia para científicos y gemólogos.  Ratifica dicha conclusión su escasez y que únicamente se hallan en dos puntos muy concretos de nuestro planeta, a diferencia de los diamantes convencionales, que sí pueden extraerse o conseguirse en diversas áreas geográficas y en mayor cantidad.

Los diamantes negros o diamantes carbonatados (también llamados diamantes carbonados, que sería un anglicismo) únicamente podemos encontrarlos en Brasil y en la República Centroafricana.

Esencialmente, los diamantes negros son agregados policristalinos de pequeñísimos diamantes, altamente porosos, con inclusiones radioactivas y con una luminiscencia muy peculiar.  Todo ello hace que este tipo de diamantes sea especialmente mitificado.  A día de hoy, su origen sigue siendo una hipótesis que genera controversias, además de la atracción de su originalidad y espectacularidad.

 

HIPÓTESIS SOBRE EL ORIGEN DE LOS DIAMANTES NEGROS

Existen varias hipótesis sobre la naturaleza y origen de los diamantes negros; hemos descartado las descabezadas o las que no tienen ninguna base científica.  Vamos a explicar las tres que, hasta hace escasas fechas, gozaban de una cierto crédito, aunque ya han sido desbancadas por una cuarta y última que parece ser la más acertada y que es la que, actualmente, apoya la comunidad científica y geológica internacional.

Hipótesis nº 1:

Hasta hace unos años, se pensaba que la formación de los diamantes negros era debida a las diferentes conversiones del carbón sometido a altas temperaturas y altas presiones, como ocurre en el interior de nuestro planeta con los diamantes convencionales (para saber más:  Introducción a los diamantes).

Hipótesis nº 2:

Los diamantes negros provienen del impacto de meteoritos contra nuestro planeta.

Hipótesis nº 3:

Su formación es debida a la radiación ejercida y provocada por la fisión espontánea de uranio y torio.

 

Estas hipótesis, que han quedado relegadas y descartadas por una cuarta, presentan varios y serios problemas a sus avaladores:

El hecho de que únicamente se puedan encontrar en lugares muy concretos de América del Sur y del centro de África, desploman y desvirtúan la primera de ellas, ya que, si nos ceñimos a su explicación, podríamos localizar los diamantes negros en cualquier punto de nuestro planeta en el que se hallan los yacimientos que ya conocemos.  Además, estos yacimientos están asociados a rocas volcánicas llamadas Kimberlitas y, precisamente, allí donde podemos encontrar diamantes negros no se ha encontrado ninguna Kimberlita.

La segunda hipótesis, propuesta por Joseph Smith, de la Universidad de Chicago, y por J. Barry Dawson, de la Universidad de Sheffield, en Inglaterra, y basada en que el origen de los diamantes negros en nuestro planeta era el resultado del shock provocado por los impactos de meteoritos contra la Tierra en la Era Precámbrica, ha sido invalidada por dos razones de peso: una es que los diamantes negros o carbonatados no presentan ninguna estructura hexagonal como la lonsdaleita, que es un poliformo hexagonal de carbono que únicamente se puede encontrar en meteoritos y es de una forma muy semejante al diamante.  Además, no se ha localizado ni cráter, ni huella alguna de posibles impactos de meteoritos en las dos únicas zonas donde podemos encontrar los diamantes negros.

Por último, se ha demostrado que la tercera hipótesis es de escasa probabilidad, ya que la energía necesaria para la formación de ínfimos cristales de diamantes (estamos hablando de un tamaño de 500 micras) sería muchísimo mayor que la que se puede obtener mediante fisión espontánea.

Por ello, la hipótesis que ha desbancado a todas las demás y que parece ser que es la más acertada es... que los diamantes negros provienen del espacio.

Suena raro, pero es así.  Los diamantes negros se habrían formado fuera de nuestro planeta, en el espacio exterior, debido a la explosión de una supernova, y, posteriormente, después de viajar quién sabe durante cuanto tiempo por el espacio interestelar, habrían colisionado con la Tierra.

Después de la estupefacción, pasemos a explicar detalladamente esta hipótesis:

Varios científicos atrapados en resolver el misterio del origen de los diamantes negros, una vez descartadas las hipótesis que hemos explicado anteriormente por ese colectivo y por los geólogos, buscaron alternativas y soluciones al enigma de los diamantes negros.  Todo empezó en la Universidad Internacional de Florida, en Miami.  Su rector, Stephen Haggerty, es co-autor de la hipótesis que sostiene que los diamantes negros provienen del espacio estelar a causa de la explosión de una supernova.  A mediados de los noventa, expusieron a la comunidad científica internacional sus conclusiones y parece ser que la gran mayoría la ha aceptado como la mejor hipótesis sobre el origen y naturaleza de los diamantes negros.

La primera cuestión a resolver por el equipo de Haggerty fue averiguar el motivo de que los diamantes negros o carbonatados solamente se puedan encontrar en dos ubicaciones de nuestro planeta.  La conclusión alcanzada fue que éstos llegaron a la Tierra hace más de mil millones de años.  Recordemos que, en esa época, tanto nuestro planeta como la Luna era bombardeados constantemente por rocas, meteoritos, etc., del espacio exterior.  La datación en la que se basa Haggerty para esta conclusión es que los diamantes negros tienen una antigüedad de entre dos mil seiscientos y tres mil ochocientos millones de años.

Entonces, pasamos a la segunda explicación de la localización de los diamantes negros basándonos en su datación: en esa época, África y América del Sur constituían un único continente, lo que explicaría que sólo se encuentren diamantes negros en esas ubicaciones.

Una de las bases científicas en las que se apoya la hipótesis de la Universidad Internacional de Florida y de Haggerty y su equipo es que, al analizar los diamantes negros o carbonatados a través de un sincrotrón (para ser más exactos, el sincrotrón de infrarrojos del Laboratorio Nacional de Brookhaven, en Nueva York; para este estudio, a Haggerty se le unieron Jozsef Garai, también miembro de la Universidad Internacional de Florida, Sandeep Rekhi y Mark Chance, de la Universidad Case Western Reserve), descubrieron que los picos de los diamantes negros son substancialmente ricos en hidrógeno y nitrógeno, hecho que fue considerado como una evidencia de su proveniencia del espacio (el espacio exterior o interestelar es altamente rico en hidrógeno y nitrógeno).  Las medidas espectrales muestran una extraordinaria similitud entre las obtenidas a partir de los diamantes negros y las obtenidas a partir de los diamantes encontrados en meteoritos o en los observados fuera de nuestro planeta.

Por todo esto, Haggerty asevera que el polvo de diamante se pudo convertir en parte de una nube de gas y de polvo, pasando a condensarse posteriormente en el viaje hasta nuestro Sistema Solar.  En definitiva, Haggerty viene a decir que los diamantes negros ni se han creado en las entrañas de la Tierra, ni proceden de los impactos de meteoritos, sino que se habrían originado a partir de su formación en nubes interestelares, en las que residen altas concentraciones de carbono y de hidrógeno.  Estas nubes interestelares se ven frecuentemente sometidas a las terribles ondas de choque de las explosiones de las supernovas y, consecuentemente, a altísimas temperaturas y elevadas presiones con capacidad suficiente para poder crear diamantes negros de pequeñas y grandes dimensiones -como un asteroide- que, después de vagar por el espacio interestelar, habrían acabado colisionando y fragmentándose sobre nuestro planeta en la era primigenia.

Descubrimientos recientes parecen dar la razón a Haggerty.  Científicos de la Academia Sínica, en la Universidad de Taiwán, han descubierto “nanodiamantes” viajando en el espacio, además de haber localizado, por primera vez, un resplandor de color rojizo (bastante difícil de localizar anteriormente por su baja intensidad) nominado como “ERE”, Emisión Roja Extendida.  Según los científicos, este resplandor indica que, cuando los fotones de enorme energía prenden un material semiconductor (por ejemplo, los diamantes), emiten y generan una luz roja fotoluminiscente.  Este tipo de resplandor se ha localizado en nebulosas planetarias de reflexión y emisión; también, en nuestro Sistema Solar, en nubes de polvo y en el interior del gas interestelar de nuestra propia Vía Láctea.  Este hecho, además de ratificar la hipótesis de Haggerty, también explicaría la peculiar luminiscencia de los diamantes negros, que proviene de los halos radiactivos presentes en las inclusiones de los mismos.

Las conclusiones finales de Haggerty y Garai podemos encontrarlas en el artículo que se publicó en la revista de divulgación científica The Astrophysical Journal Letters, 653, L153 (2006), el 20 de diciembre del 2006.  En resumen, Haggerty y Garai concluyen que el origen de los diamantes negros es extraterrestre.  Además de las conclusiones, bases científicas y experimentos realizados con ellos, también nos propone que la alta porosidad de los diamantes negros sería muy difícil de explicar en las condiciones en las que el carbón, sometido a la altas temperaturas y presiones, se convierte en diamante en las profundidades de nuestro planeta, como ocurre con los diamantes convencionales que podemos encontrar en los yacimientos conocidos.  En la fase en la que el carbón queda atrapado -en su forma gaseosa- en rocas y en profundidades de más de ciento ochenta kilómetros por debajo de la corteza terrestre, ninguno de ellos presenta la característica porosidad de los diamantes negros.